Éste es un espacio para ayudarnos a ser nosotros. Ser nosotros profundizando acerca de los vínculos, de la entrega en el amor. Revisando la forma de comunicarnos, de expresarnos, de darnos, de recibirnos. Sólo podemos ser felices siendo plenamente nosotros mismos, y esto es posible si amamos sin reservas, sin condiciones. Se puede, de eso se trata.
El tercer paso frente a la crisis esDescubrir y reconocer las propias necesidades…
Pensar en centrarse en uno mismo, en sus propias necesidades puede aparecer como un acto de egoísmo.
Nada más lejos que ser un acto egoísta. Se trata más bien de un inmenso acto de amor.
Descubrir frente a quien más te quiere, que sos vulnerable, que lo necesitás, que su amor tiene capacidad de cubrir tus necesidades, acerca, humaniza, enternece.
Reconocer que necesitamos del otro es un gran acto de coraje, requiere mucha humildad.
Y por supuesto, supone haber dado el primer paso frente a la crisis, bajar las defensas, desnudarse frente al otro.
Algunos, los que me conocen, saben que me dedicaba al Derecho de Familia como abogada litigando en la materia. Observadora privilegiada, testigo y apoyo de parejas que muchas veces buscaban equivocadamente la solución a sus conflictos en la separación y el divorcio. Precisamente esta nota que leía el 22 de noviembre, me trajo. como un déjà vu la terrible sensación de impotencia, de simplificación de la problemática, que me asaltaba muchas veces en esos tiempos.
El artículo que cito y me permito comentar, habla del desgaste de las parejas en la convivencia durante la cuarentena impuesta por la pandemia que estamos atravesando. Menciona especialmente el caso de una pareja que lleva 16 años de convivencia, y recurre a un abogado, quien les indica quién lava los platos, quién asiste a los hijos, si se pelean o no…
Creo que hay mucho que se pasa por alto en la descripción de esta situación. Un par de adultos que además de llevar 16 años juntos, están en una intensa convivencia, y llegan a esta instancia ¿no necesitarían más bien plantearse qué les pasa que llegan al punto de invitar a un extraño a ordenarles las reglas mínimas del juego? Y una pareja que llega a tener que enfrentar semejante dolor, (dolor, sí, DOLOR, es lo que siente una pareja que se eligió para toda la vida y no puede ponerse de acuerdo), ¿va a limitar la solución y el remedio a esto con el arbitraje de un tercero que dicte las normas? ¿En serio podemos creer que es así? ¿En serio que la pandemia de la ruptura se refiere a esta minimización del problema y propuesta de solución tan superficial? …» «Nos pusimos de acuerdo en dejar de pelear y eso ya es un montón. La mayoría de las cosas que figuran en el acuerdo, durante estos meses caían sobre mí. Fue demasiado», cuenta Juana»… reza parte del artículo. A mí, inmediatamente me llegan a la cabeza tantas personas a las que veo y vi en situación de desavenencia matrimonial, y ninguna, NIN-GU-NA, expresó nunca con esa ligereza que la solución es tan simple.
La pandemia y su forzosa convivencia no es la responsable de las rupturas. Ha sido un factor externo que expuso y puso sobre la mesa temas que no se podían seguir dejando a un costado. ¿Aceleró procesos? Probablemente. Y dejó a muchos en carne viva y sin defensas. Expuestos el uno al otro. Y muchos, en vez de buscar abogados que se ven forzados a hacer las veces de Rey Salomón, se animaron a pedir ayuda antes de seguir avanzando hacia la ruptura y proponerse fortalecer el vínculo.
Esta nota expone perfectamente las razones que hicieron que dejara de litigar en el Derecho de Familia para abocarme a esta apasionante tarea que es la prevención y el fortalecimiento del vínculo. Que ojalá se contagie como una pandemia. Es lo que nos va a salvar como sociedad de peores pandemias.
Comparto el taller de reflexión que tuve oportunidad de compartir con jóvenes de todo el país que pusieron una pausa para pensar su proyecto personal y de pareja. Una lindísima y gratificante experiencia.
¿Cómo abordar temas conflictivos en este tiempo especial?
CONSEJO: no abordar temas demasiado profundos o conflictivos en esta coyuntura tan especial a la que el nosotros no escapa.
CONSULTA en reacción: ¿qué hago si no doy más, si necesito decirle lo que me molesta? ¡¡La verdad es que no puedo más!!!
Calma, calma. No desesperar.
Hoy como nunca, la consigna es detenerte, estar atento o atenta y pensar dos veces antes de abordar con tu cónyuge un tema conflictivo.
Tener especial cuidado de qué decir, de cómo lo decís, intentando poner el foco más que en cualquier otro momento en lo que el otro siente, en cómo está, en no herir. Esto no quiere decir que este tiempo borre la necesidad que surge a menudo de intercambiar con quien más cerca tengo lo que me pasa, lo que siento, lo que me angustia… O, como en cualquier tiempo normal simplemente necesitás descargarte, y normalmente lo hacés con el que más cerca está.
¿Qué es lo que marca especialmente este intercambio en este tiempo? ¿A qué riesgo nos exponemos? En una situación normal nos vemos “protegidos” por la coyuntura. ¿Cómo? Pudiendo salir. A nuestro lugar de trabajo, a nuestras actividades de rutina que están afuera, a hablar con amigas, con amigos, con mis hermanos, con …
Hoy nos vemos desprotegidos. Las cuatro paredes o más que nos separan del mundo y nos protegen del coronavirus, nos dejan desnudo frente al otro, sin armadura. Estamos literalmente disparándonos uno al otro sin escudo, sin posibilidad de escapar o esconderse, o pegar un portazo y volver “cuando se te pase” o “cuando se me pase”.
Más que nunca nos tenemos el uno al otro. Como siempre, con más intensidad. Entonces, ¿cómo abordamos temas conflictivos en este tiempo tan especial?
Cuidando al otro, ante todo. Cuidando el nosotros. ¿Y no me tengo que cuidar a mí? Por supuesto, por eso no voy a dejar pasar esta necesidad de hablar, o confrontar. Pero, como también me cuido a mí, te cuido a vos, nos cuido a nosotros.
Recordá hablar en primera persona, sin echar culpas. Pensá en la situación que generó conflicto, en la escena o situación que se vio involucrado el otro y tratá de evocar qué sentiste, cómo te sentiste. Y expresalo así primero para vos: Yo me sentí enojado, triste, iracundo, desconcertado, molesto, nervioso, desesperado…
Hablá desde ese sentimiento. Sin responsabilizar al otro. De mis sentimientos me hago cargo yo. Nadie tiene la culpa de lo que yo siento.
Recordá que cuando uno va a confrontar, a acusar, tiene que estar dispuesto a que el otro se defienda… Si yo ataco, me atacan.
¿Qué pasa si terminan sin acordar? Tómense un rato. En frío vuelvan a hablar sin retomar el tema en que no se pusieron de acuerdo. Decidan hacer un trato, fijarse un objetivo, una meta. ¿Qué hacemos juntos ahora? Un propósito, aunque no tenga que ver puntualmente con la discusión que hayan terminado de tener. Fíjense un objetivo que los supere a los dos, que les haga bien a ambos y que esté por encima de esa molestia o de esa queja, reclamo, que hayan atravesado.
Una manera es un “Yo me comprometo a…” de cada uno. Como un regalo de uno a otro, como una tregua.
Es una clara manera de poner el nosotros por encima del yo, de cada uno, y entender que la vida sigue juntos, la cuarentena sigue con los dos entre las mismas paredes y hay que ser creativos y sobre todo positivos.
Que ese propósito implique un poco de cada uno. Que quede claro qué va a poner uno y qué el otro.
Revelación. De abogada de divorcios a unir parejas
Les dejo el link a la lindísima nota que publicó La Nación de una entrevista que me hizo la Periodista Verónica De Martini. Gracias Vero, un placer leerla.
SER NOSOTROS EN CUARENTENA… MÁS TIPS PARA CUANDO QUIERAS
Este desafío de estar las 24 horas del día compartiendo el espacio, dividiendo tareas, conviviendo sin pausa, se profundiza a medida que el confinamiento se extiende.
¿Qué riesgo puede empezar a asomar?
El riesgo de afinar el lápiz, de enfocar la lupa. De empezar a notar cada vez más los defectos en la otra persona.
De ver y juzgar lo que hace mal. Porque me estorba, porque sus defectos me estorban, porque se interponen en mi rutina. Porque ya no nos encontramos solamente un rato en el que a veces compartimos lo que pasó en el día, y a veces decidimos o nos sale que no, sino que nos cruzamos todo el tiempo. Y muchas de esas veces me molesta.
Tenemos más tiempo para enfocar esa lupa. Y agrandar lo que no gusta.
¿Te pasa eso? ¿O algo así? ¿Te querés correr? ¿Lo querés frenar, superar? ¿Cómo? Así, con la decisión tomada. Con voluntad, con ganas de hacerlo. Con el convencimiento de querer correrse de eso. Con la decisión tomada de cambiar el chip.
¿Y cómo? ¿Con qué herramientas?
Intentaré darles algunos tips. Pero, por favor, tené en cuenta que en tus manos está que esto funcione, es TU chip el que vas a cambiar. Una vez que tomaste la decisión, te recomiendo este ejercicio:
Detenete en estos tres puntos que te propongo reflexionar.
PENSANDO AL OTRO:
Me remonto al noviazgo, al comienzo de nuestro camino juntos. ¿Qué vi en la otra persona que me hizo saber que era “la persona”? (mencionar algunos rasgos)
¿Cuáles de esos rasgos veo presentes hoy? Los menciono, los enumero.
Recordando esas características, ¿qué cosas mías ayudan a que en la otra persona aparezcan esos rasgos?
Como podés ver, el ejercicio no plantea qué no tiene, qué hizo mal. Sólo me focalizo en lo positivo. No busco qué deja de hacer el otro, qué hace mal qué no está presente. Sino qué PUEDO hacer YO para sacar lo mejor de esa persona.
PARA QUE ESTE DESAFÍO SE TRANSFORME EN OPORTUNIDAD:
Te aliento a que hagas este ejercicio. Reflexionalo, escribilo.
Y, si tenés o tienen alguna inquietud, y querés o quieren profundizar este camino, no dude en contactarme… Estoy para acompañarlos.